domingo, 5 de junio de 2011

Policrisis estructural identitaria del docente en educación katya osorio contreras.


Policrisis estructural identitaria del docente en educación básica

Este texto trata de un joven que narra lo que fue su vida y todo lo que tuo que pasar para llegar a lo que es actualmente.
Rigoberto Morales Landa quien vio por primera vez la luz a inicio de la década de los 60 en un pueblo del estado de Veracruz llamado “Las Minas”. El fue  el primero de 8 hijos de un matrimonio donde las limitaciones económicas fueron siempre el pan de cada día, con el correr del tiempo su padre trabajo en una planta hidroeléctrica propiedad de la paraestatal comisión federal de electricidad, aun así la escasez y la falta de todo continuaron.
Rigoberto, no asistió al preescolar por que en aquella época todavía no existía este servicio educativos en las comunidades rurales, así que sus primeras incursiones en los ámbitos escolares las hizo en una escuela primaria tridocente del estado.
Un tiempo después tuvo que emigrar a la ciudad de Xalapa donde ingreso a la escuela secundaria federal Núm. 1, a la cual asistió en el turno matutino durante sus tres años. El sintió el cambio repentino de un ambiente a otro, de una escuela de 50 alumnos a otra en la que había 800, de interactuar con tres maestros de manera casi individual, a ser solo un número en las listas de los incontables docentes que todo el día entraban y salían de los salones de clase.
A esa inestabilidad que provoca nuestro arribo a un mundo extraño y ajeno viviendo de ese otro que creemos conocer y sentimos pertenencia a él, es a lo que llamamos entrar en una crisis estructural identitaria que, aunque productiva, es desestabilizante por necesidad. Y aunque no se termina de salir de un mundo para entrar en otro, estos dos se anudan en la identidad del sujeto para formar nuevas estructuras identitarias.
Él quería ser ingeniero mecánico – electricista e ingreso al CECYT 36 (hoy CBTIS 13) escuela preparatoria técnica no terminal, dentro de la cual inicio en la capacitación para el trabajo en la especialidad de electromecánica, sin embargo no pudo terminar esta carrera, por que a finales del quinto semestre tuvo que abandonar los estudios por conflictos personales con un docente de la institución. El compartía una opinio de macLaren: Las escuelas no son espacios ascéticos destinados únicamente a la instrucción, formación o información de los educandos, sino más bien verdaderas arenas culturales en las que se debate una heterogeneidad de fuerzas económicas políticas, culturales, ideológicas, etc. En una lucha irremisible por el poder y la dominación, por un lado el docente en defensa de su poder al no hacer barata su oferta laboral; y por otro, el educando en la búsqueda del statu que dan las buenas calificaciones, el resultado de esta confrontación fue, el docente, al ejercer el poder por medio de la posición que le daba su saber en ese momento. El  quedó fuera del sistema educativo, con su devenir truncado y las miradas de aquellos que percibían ese porvenir como esperanza suya, cubiertas con el manto de la fe perdida. Quizá este evento fue uno de los más dislocantes en la historia de su vida, mismo que produjo una profunda crisis y determinó el sentido vital de su devenir.
Tratando de terminar esta fase de su formación ingreso a una escuela preparatoria del Estado, de la cual, sin pena ni gloria, aunque sí con muchas dificultades, salío a los dos años. Sus arrebatos anteriores, hicieron que buscara medios con los cuales subsistiera y estuvo trabajando como dibujante técnico en una empresa constructora. Con la endeble formación adquirida ingreso a trabajar como empleado de la Comisión Federal de Electricidad. No obstante, persistío en el una gran preocupación por ser ingeniero. Por eso recurrio a la autoformación a través de cursos de ingeniería en electricidad y electrónica por correspondencia. Más adelante la misma paraestatal se encargó de certificar sus conocimientos como Ingeniero en Sistemas de Control, insertándome en un largo proceso de formación profesional técnica, donde mi contacto con la labor docente fue mediante instructores, que por supuesto ponían el acento sobre la actividad de aprendizaje, pero quizá desde una perspectiva
normativa interna es decir, fue un proceso técnico regido por la aplicación vertical de reglas y la operación de mecanismos que permanecían y seguramente aún permanecen inalterables frente a los cambios de operadores humanos.
En 1997 decide ingresar en el ámbito educativo en la Licenciatura de Educación Básica Plan ’94 (LEP’94), en la Universidad Pedagógica Veracruzana. EL se sentia frente a una realidad no proyectada, en un espacio dentro del que jamás considero llegar a ingresar, en sus objetivos de vida no se asomaba la docencia, y la información y práctica de esta actividad habían sido casi nulas.
La docencia, al ser observada como otro trabajo cualquiera, puede encasillarse en el concepto de “chamba”, sin embargo es mucho más que eso.

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